Ding Dong. Cartero.
Era un día como cualquier otro, o por lo menos eso había pensado durante el
transcurso de la mañana, iba caminando por la acera eran cerca de las 10:00 am
y tenía que correr, no podía llegar tarde, pero al verme rodeada de maravillosos
jardines llenos de enormes arboles en diversas tonalidades verdes y preciosas
flores rosadas con diminutos circulitos blancos, ¿Cómo puedes sencillamente apresurar
tu paso?, ¿Cómo puedes perderte las maravillas de la vida, que día a día nos
son regalas?, ¡exacto! No puedes así que simplemente te maravillas con ellas y
disfrutas el momento.
Pero realmente tenía que llegar así
que como algo tan cotidiano en mi vida, como algo a lo que desgraciadamente le
permites el acceso y una vez hecho comienzas a hacerlo una costumbre, lo deje
ir y por más que quería quedarme a apreciar los hermosos follajes detenidamente
de tan enormes árboles y las frescas flores que se alzaban a mi alrededor, corrí,
corrí alejándome de todo eso, tan hermoso y que un ser divino creaba para que
todos los simples mortales lo disfrutáramos, al correr me percate como si
saliera de un hechizo que muchas personas a mi alrededor, caminaban apuradas
hacia su trabajo, hacia la escuela, hacia algún lugar importante donde debían estar,
al igual que yo.
Salí de mi trance y solo así pude apreciar que no me
encontraba sola en las tan concurridas calles de esta ciudad.
Así corriendo llegue al edificio
que me torturaba desde hacía ya dos semanas, el edificio que por absurdo que
suene, el edificio que tenía mi destino en sus entrañas, en alguna oficina de
su interior.
Dos semanas atrás.
Me encontraba en nuestro departamento,
mismo que habitamos mi madre yo y mi hermano, frente al parque más hermoso de
todas las ciudades y como no iba a serlo si durante toda mi vida había estaba
frente a él y había aprendido a ver todo lo maravilloso que contenía, estaba en
mi habitación, esa que tanto me había empeñado en pintar de verde, ya saben ese
verde menta que últimamente ven por todos lados, decorada únicamente por ese
enorme árbol en tonalidades marrones que me empeñe en pintar, o mejor dicho en hacer
que mi mejor amigo lo pintara, con pequeños corazones, disimuladas en rosas que
me encargue de agregar más tarde al frondoso árbol, horas después de que mi
amigo Edd y yo termináramos de pintar mi árbol y arrasar con las galletas de la
despensa, mi habitación que aparte de mi hermoso árbol que servía como respaldo
de mi cama contenía también, mi pequeña televisión apagada como de costumbre,
mi armario, sumamente clasificado y organizado gracias a mi obsesión por el
orden que en ocasiones olvidaba, mi buro con cosas regadas, por toda su
superficie -ya que a veces olvidaba mi obsesión o simplemente no tenía tiempo- y
mi precioso librero que solo se ganaba ese adjetivo ya que contenía varios de mis
libros favoritos.
Me encontraba en mi habitación, como
lo hacía cada tarde durante unas horas antes de que llegara mi hermano de la prepa
y su ensordecedora música y mi madre del trabajo, acabando ambos con esta calma
tan bella en la que el departamento se encontraba en este momento, estaba tirada
sobre la cama con el estómago pegado al colchón, los pies hacia arriba y atenta
a mi libro que tenía ya dos días leyendo, ese tan hermoso donde una chica mala,
se enamora de un chico bueno y ese chico es tan bueno que logra hacer que la
chica se haga buena, cuando de pronto suena el timbre, -ding, dong- estaba
justo en la parte donde la chica le confiesa su amor…, lo deje sobre el colchón
y salí de mi habitación y me dirigí a la puerta principal, la abrí y ahí ante mí
un cartero.
- Cartero. ¿Señorita Sofía Ovalle
Espino?
-Sofi. Ummm si, que se le ofrece.
-Cartero. Correspondencia del
Señor Mars, firme aquí – me tiende un aparato electrónico y me pide que firme, firmo,
aun sin saber muy bien de que va todo esto. Se despide de mi deseándome un buen
día y antes de marcharse me entrega un sobre blanco tamaño carta, me sonríe por
última vez y me deja ahí pasmada con un sobre que pesa más de lo que debería,
un sobre que pone mil dudas en mi mente.
Cierro la puerta, y cuando lo
noto ya estoy en mi habitación, abro el sobre y veo que contiene varias hojas,
pero lo que realmente llama mi atención es la cadena que queda en el sobre, esa
de la cual cuelga un corazón, un hermoso corazón plateado, con pequeñas
piedrecillas tan brillantes como el sol, la saco y la contemplo, es algo tan
hermoso que dispara mi pulso aún más, ya que no se aun de que se trata todo
esto, - sí, se quién es Mars-, sé que es el abogado de mi padre, o de sus
empresas mejor dicho, es el que se encarga cada mes de depositar en mi cuenta
el dinero que gastare sin lugar a dudas en zapatos y libros, pero porque rayos
me envía unas hojas y una cadena con el corazón más hermoso que he visto en mi
vida. – Desdobla las hojas y descúbrelo me dice una vocecita en mi mente-. Así lo
hago y veo que se trata de una especie de carta de mi padre que consta de
varias hojas y al parecer la escribió el mismo y de un oficio que firma Mars.
Querida Sofi.
He cambiado el inicio de esta carta al menos cinco veces, ya que no sé cómo
debo darte esta noticia, es sin duda muy importante lo que estas a punto de
leer y como jamás encontrare el modo adecuado de decírtelo, te lo contare
conforme se fueron dando los hechos.
Hace veinte años, llegaste a nuestras vidas y solo al verte supe cuan
hermosa y maravillosa serias, tu madre y yo estábamos sumamente felices y así
fue durante mucho tiempo, cuando diste tus primeros pasos, cuando comenzaste a
hablar, cuando dos años después de tu nacimiento llegara Alexis tu hermano,
nuestra felicidad se intensifico, ya que ahora teníamos tu madre y yo dos
grandes y hermosas razones por las cuales luchar, la vida de tu madre y la mía
tuvo altos y bajos, cuando cumpliste los 8 años y por fin mi empresa logro comenzar
a cosechar buenas ganancias me perdí, poco a poco me fui perdiendo primero en
el trabajo y después en diversas cosas, mismas que alteraron a tu madre y que comenzó
a desgastar nuestra relación, 7 años después cumplías 15 años tú y el
matrimonio entre tu madre y yo, ya no aguanto mas, ella me soporto muchos años
y se hacía más llevadero por mis largos viajes, pero en ese momento de nuestras
vidas ella llego a su límite de tolerarme, lo hablamos como siempre hacíamos cuando
algo iba mal y decidimos divorciarnos, te preguntaras porque te cuento todo
esto, es obvio que tanto tú, como tu hermano, tu madre y yo pasamos por todo
esto, no te estoy revelando gran parte de nuestras vidas que tu no conozcas ya,
pero te lo cuento porque al día de hoy es lo que me da energía cada día, es lo
que me impulsa, recordar mi hermosa vida a su lado, a partir de aquí, nos
comenzamos a distanciar yo tuve que viajar a otro lugar por la expansión de la
empresa y nuestra vida jamás fue lo mismo, es cierto que al principio les
hablaba a ti y a tu hermano, pero poco a poco nos fuimos distanciado, mi existencia
fue absorbida cada vez más por el trabajo hasta alejarme por completo de ustedes,
lo más importante en mi vida.
Hace 3 años conocí a un muchacho cuya familia acababa de extinguirse,
se encontraba solo ya que su única compañía era su madre que acababa de morir
de cáncer, lo conocí por azares de la vida y al ver lo triste que estaba comencé
a hablar con él, yo debía estar en una reunión en la empresa, pero decidí
caminar ese día al edificio y el choco conmigo, al ver en sus ojos aquella
tristeza en un muchacho de solo 18 años me imagine a Alexis, me imagine que mi
hijo, tu hermano y no pude dejarlo solo, le invite un café y me empezó a contar
lo que sucedía en su vida y cuando solo se encontraba, su madre acababa de
morir después de luchar 3 años contra el cáncer, el, al estar solo con ella, perdió
sus estudios y su trabajo, no tenía más familia así que ahora se encontraba,
solo, triste, sin trabajo, sin hogar y sin nada positivo en su vida, después de
hablar durante muchas horas, le ofrecí pagarle la escuela, pero acepto solo con
la condición de pagarme trabajando, cuando lo lleve a la empresa estaba
sorprendido de ver la magnitud de esta. Comenzó a ir a la escuela, a trabajar y
así fue ascendiendo el día de hoy ya es mi asistente personal con tan solo 21
años.
Ya lo conocerás en su momento su nombre es Rodrigo es un muchacho
trabajador y responsable, el motivo de mi carta es para hacerte saber que
dentro de unas semanas tendrás que ir a la oficina, conocerlo y comenzar a
trabajar con él, te lo pido como un enorme favor y como mi última voluntad, él
te enseñara todo lo que necesitas para seguir manteniendo la empresa.
- ¿Ultima voluntad?, ¿Rodrigo?,
de que va todo esto hace años que no veo, ni hablo con papá y ahora me sale con
esto, tiene miles de empleados, para que me quiere a mí, yo apenas inicio mi
carrera, estas y mil cosas más me pasaban por la cabeza, espera, última
voluntad… Dios. No puede tratarse de lo que estoy pensando.
Continuara.